Dentro de los Objetivos del Milenio (ODM) planteados por la ONU para el año 2030, está en el N.º 11 el que hace referencia a las Ciudades y Comunidades Sostenibles. En este ODM, se busca Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles .
Entre la vasta cantidad de puntos de análisis e investigación que engloba el tema de Ciudades y Comunidades Sostenibles, la inclusión se destaca como uno de los ejes, pues los espacios deben estar desde sus diseños pensados como funcionales de manera equitativa para hombres y mujeres. Aquí queremos reflexionar sobre si el transporte y los medios en los que nos transportamos cumplen o no con esta premisa.
¿Fue diseñado pensando en las necesidades de hombres y mujeres por igual?
Como expone Caroline Prado Pérez en su libro La Mujer Invisible, el mundo está diseñado y construido por y para hombres, y a pesar de los avances y logros de las últimas décadas, hay aún brechas y diferencias que afectan a la calidad de vida y a las posibilidades de desarrollo de las mujeres.
Al referirnos al transporte, podemos ver distintos ejemplos en los que la manera de experimentar el mundo desde la mirada de la mujer no hace parte del diseño de los espacios ni del planeamiento de su funcionamiento. Esto ha sucedido de forma inconsciente porque la visión masculina del mundo siempre ha sido tomada como la “normal” y recién en los últimos años se han estado notando que las necesidades y formas de hacer las cosas son distintas entre hombres y mujeres.
Pérez llama la atención de este problema con ejemplos sencillos y cotidianos. Uno de los que menciona en su libro es del uso del espacio público según las necesidades y la relevancia que tienen. Ella menciona:
En resumen, la suposición de que los recorridos más cortos a pie son irrelevantes para las políticas en materia de infraestructuras equivale poco menos que a suponer que las mujeres son irrelevantes para dichas políticas. Pero no lo son. Los hombres tienden a desplazarse solos mientras que las mujeres lo hacen cargadas: de bolsas de la compra, cochecitos, niños o parientes ancianos a los que cuidan.
¿Se tiene en cuenta las necesidades específicas que pueden tener las mujeres?
veredas, área peatonales [Motivos y medios]
En el caso peruano, podemos nombrar algunos ejemplos que nos aproximen a responder esta pregunta. Uno de ellos, es que se priorice una pista que hacer veredas. Por lo general, quienes más utilizan el espacio de las veredas van a ser las mujeres que van a desplazarse más a pie para realizar actividades que tienen que ver con sus roles y responsabilidades de cuidadoras. Así, vemos que el motivo del transporte es también una diferencia grande que condiciona a las mujeres al momento de movilizarse. Infelizmente, carecemos de data estadística nacional para explorar más estas diferencias, pero se puede estimar que un gran número de mujeres se desplaza con niños e infantes y/o con bolsas o bultos, propios de quienes son las encargadas de hacer compras diarias para la alimentación del hogar.
Buses y alturas
Otros ejemplos pueden encontrarse en los vehículos que se usan para transporte público. Muchos de los autobuses empleados en la ciudad de Lima tienen una gran altura en los escalones de ingreso o salida. En un país donde las mujeres tienen una estatura promedio de 1,53 cm, la incomodidad de subir escalones altos es grande, más aún si consideramos que puede estar cargando bolsos o niños. Dentro de los mismos vehículos de transporte urbano, también encontramos otras dificultades, como el poco espacio o la inseguridad que puede haber al llevar a un infante cargado, o la dificultad para poder alcanzar a las barras de metal y viajar de manera más segura.
La inseguridad y el acoso
No podemos dejar de lado uno de los principales problemas que tienen las mujeres al movilizarse, que es la inseguridad y el acoso que existe en los medios de transporte. El acoso puede tener infinitas repercusiones sobre la persona que lo sufre. Puede impactar en las decisiones de cuándo, cómo y donde elegimos transportarnos, pues el miedo de revivir alguna situación desagradable o peligrosa, o simplemente intentar evitar que suceda, tiene como resultado que se opte por formas de transportarse menos prácticas, de costo más elevado o que toman más tiempo. Es decir, impacta sobre la calidad de vida. Estas situaciones, además, tienen un impacto en la salud mental de las mujeres que han sido víctimas de acoso o que están constantemente tratando de evitarlo. Cuando una mujer sufre acoso en un medio de transporte, se adhiere a la situación el problema de la impunidad que tiene el agresor, pues los métodos para denunciar terminan siendo ineficientes al ser demorados y de difícil acceso. Esto deja a la mujer en una situación de desventaja continua.
¿Cómo se puede comenzar a hablar de igualdad desde el transporte?
Los temas antes mencionados son solo algunos ejemplos de muchos que hay en temas de brechas de género en el transporte. Entonces, ¿por dónde empezar a cerrar las brechas?
Ya para finalizar, es necesario tener en cuenta que las brechas de género todavía representa un reto, más aun Latinoamérica, hay muchos puntos por mejorar entorno al tema del transporte, puesto que se debe buscar la comodidad, funcionalidad y seguridad para todo los usuarios, se puede rescatar que hoy en día hay mayor concientización de las necesidades de las mujeres, se espera que los avances que se están dando para hacer del transporte un lugar seguro y equitativo sean concretos, que para los gobiernos sean objetivos a lograr en corto plazo y demuestren resultados favorables.